Po. Edgard Caraballo
En estos tiempos, es crucial que los periodistas mantengan los más altos estándares éticos y profesionales. Como garantes de la verdad y pilares de la democracia, los periodistas juegan un papel crítico en la sociedad. La objetividad y la imparcialidad son la esencia de nuestra profesión.
Por eso, es decepcionante cuando uno de los nuestros parece olvidar estos principios fundamentales. Nos referimos a Pedro Jiménez, periodista convertido en político, quien aspira a ser diputado por el partido Fuerza del Pueblo en la circunscripción dos del Distrito Nacional.
El periodismo es una profesión de alto riesgo, en particular cuando se abordan temas como el narcotráfico y el crimen organizado. Sin embargo, cuando un periodista utiliza esta situación de peligro, no como un medio para informar y educar, sino como una plataforma para provocar y luego hacerse la víctima, se cruzan líneas que no deberían ser cruzadas.
El reciente conflicto de Jiménez con Micky López, ha desatado una controversia que debería hacer reflexionar a todos los periodistas sobre la ética en el desarrollo de esta indispensable profesión. El señor Jiménez parece haber usado este enfrentamiento personal para acusar al gobierno de ser responsable de cualquier cosa que le pueda pasar.
Este juego de victimización estratégica y de politización del victimismo, no solo es una táctica política cuestionable, sino que también es un uso irresponsable de esa importante plataforma como periodista. Lejos de señalar la responsabilidad del gobierno, lo que hace es poner en duda la integridad del propio Jiménez y la validez de sus intenciones políticas.
El papel del gobierno en esta situación es garantizar el ejercicio periodístico y proteger la libertad de expresión. Pero eso no significa que un periodista tenga licencia para provocar conflictos con individuos potencialmente peligrosos con el objetivo de obtener ventaja política. No es el gobierno quien pone en riesgo a Jiménez, sino sus propias acciones y su falta de responsabilidad.
Hacemos un llamado a Pedro Jiménez para que se comporte con la responsabilidad y la integridad que su profesión y aspiración política requieren. Los periodistas son observadores, no protagonistas. Su labor es informar con verdad y objetividad, no usar tan digna y necesaria profesión como un trampolín para promover agendas políticas personales.
A medida que nos acercamos a las elecciones, esperamos que todos los periodistas, ya sean aspirantes a cargos políticos o no, mantengan los más altos estándares de tan venerable profesión. En estos tiempos desafiantes, la sociedad necesita periodistas comprometidos con la verdad, la imparcialidad y la ética, más que nunca.