Porque la universidad es otra cosa
Ahora viene la espera. La celebración se aproxima y todos estamos convocados para el reconocimiento del que marcó la historia, contrario a otros que son marcados por la historia.
Quizás lo más propicio sea honrarlo obedientemente o pacientemente, esperar en reflexión la conmemoración y resignarse como Élla y decir, hágase en mí según tu palabra u observar que nos toca en la celebración, teniendo en cuenta, que no es quienes somos, sino con quien vamos y así expresar acciones de gracias y deseos de paz para todos y todas.
Si Moisés, fue humilde en su aceptación ¿por qué tú y yo no serlo?
“Y Moisés dijo: “Y, ¿quién soy yo para semejante tarea?”
El que Es, nos dará la respuesta correcta:
Y Dios respondió: “Yo estaré contigo”
De Moisés, ejemplo de apego a la verdad, a la solidaridad y la dignidad, misma que no se pisotea ni vilipendia, más bien, se reconoce y defiende.
No fue, no es, ni podrá ser posible, virar la mirada indiferente sin desafiar al verdugo de la dignidad, ni dejar de pregonar la defensa a lo divino, ambos se complementan en la defensa de esa dignidad, en la prédica divina:
“Paz a los hombres y mujeres de buena voluntad”
Del Sinaí, los mandamientos del Señor a Moisés y la decisión del Pentateuco (penta-cinco, teuco-tomo) libro en cinco tomos, génesis, éxodo, número, Levítico y Deuteronomio (deutero-segundo y nomo-ley), del Antiguo Testamento, como repetición de la ley divina.
Y, ahora y aquí, preparad la mesa y convocad la familia y celebrad con júbilo, ya se acerca el nacimiento del que Es.
Porque:
“Por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de la vida”
• Romanos 5: 18