• Porque la universidad es otra cosa

El dinero, como medio de intercambio, ha hecho una clasificación humana, a unos los ubica en la categoría de opulentos o potentados a otros como pobres, “pobrísimos” o indigentes. Es que para muchos, el dinero es el eje que mueve el mundo.
El indigente se ubica socialmente, en una categoría que ocupan aquellos cuyos ingresos son insuficientes para cubrir una canasta de alimentos, vestimenta y demás elementos básicos de subsistencia y se mide, no solo de forma individual, sino también, familiar.
Generalmente, muchas de las personas ubicadas dentro de la categoría de indigentes, se deciden a una lucha de “sobrevivencia” en las calles de cualquier localidad y de lo que se pudiesen agenciar como medio de manutención.
El/la indigente, en muchas ocasiones, es artífice de la construcción de sensibilidades humanas que mueven a una acción solidaria de aquellos que oportunamente se mueven en auxilio de esta categoría de seres humanos que muchas veces, no son culpables de su desdicha.
Salmos 41:1 RVR1960
“Bienaventurado el que piensa en el pobre; En el día malo lo librará Jehová”
La profundidad del pensamiento de Thomas Chalmers, lo llevó a expresar:
“La ayuda a los indigentes debe ser una ciencia, basada en la observación y cuyo objetivo debe ser el mejoramiento social”
El poder del indigente, mueve a la sensibilidad humana y proporciona en muchos, satisfacciones de un deber cumplido, en otros/as quienes realmente son.
“Si deseas medir lo que vales, entrega lo que posees. Entonces determinarás tu verdadera valoración”